SE LLAMABA JUAN, SIMPLEMENTE JUAN
La señorita
Cook
Ilustración de: Norma
Teresa Sánchez Forgione
Técnica: Dibujo en tinta sobre
papel; 0.30 m X 0.40 m.
I
En la villa todos conocen a la señorita Cook.
Baja de estatura, cintura pequeña y caderas generosas, la señorita
Cook ha elegido desde siempre peinarse con rodete, probablemente para parecer
más alta.
Como siempre ha exteriorizado un aspecto tan serio nadie ha podido
calcular su edad.
-En realidad mi nombre es
María Ángela Antonia Ramírez-nos dice
muy rapidito- pero todos me llaman, desde siempre, la Señorita Cook porque me
vinculan a las artes de la cocina-agrega sonriente.
-¡Mi especialidad es la repostería y
en ningún otro lugar podrían comer torta galesa o tartas de manzanas,
frutillas, arándanos o frambuesas como
las mías!–aclara mirándonos a los ojos y blandiendo amenazante la batidoraen el
aire.
-¡Usualmente, trabajo a pedido y soy
muy cumplidora así que cada
vecino me recomienda de boca en boca!- Recalca todavía con la batidora en la
mano.
Los ojos de la señorita Cook son grandes y negros, podría decirse que almendrados y la
piel muy blanca, tan blanca que es terriblemente sensible a la luz del sol.
Por otra parte, la señorita Cook también ha desarrollado la
habilidad de predecir el futuro con las cartas del Tarot.
-¡Jamás, jamás deben
revelarse cuestiones referidas a enfermedad grave o a algún hecho próximo a la
tragedia o la muerte porque esas son cuestiones conocidas tan solo por Dios! -asegura mientras sostiene el bols
lleno de glasé real en el hueco del brazo izquierdo.
Algunas siestas, cuando el
tiempo escasea para
el tarot suele utilizar cartas para el solitario.
–En el solitario hay que identificar una carta con el nombre de
determinado ser querido-nos dice.Después la rodeamos con siete cartas del mismo mazo para interpretar lo referido a la salud, el trabajo o los amores de esa persona - asevera -mientras
se acomoda los lentes que se le deslizan por la nariz pequeña y
respingada.
Por cuestiones como las descriptas -entre otras-los pobladores rumorean que la señorita Cook
tiene ciertos poderes especiales y, antes de visitarla, ya nos habían asegurado
que bien valía la pena que el periodismo pudiera verla en acción en sus propios dominios.
De modo que, mientras la Señorita Cook bate el merengue, somos
testigos desde los ventanales de su cocina de la belleza de los canteros
con flores de estación y del canto de los zorzales en la imponente arboleda.
-Y la semana pasada, parece ser que el canto de los zorzales quedó grabado en el merengue de una de las
tortas que me encargaron así que los
gorjeos acompañaron el canto del
cumpleaños feliz-nos dice socarrona mientras camina secándose las manos en el delantal.
Sin duda alguna los pueblerinos ya
están habituados a lo exótico de tales sucesos pero, por lo
general, somos los reporteros
quienes buscamos afanosamente
asomarnos a la serie de fenómenos extraños que acompañan cada una de las
creaciones culinarias de la Señorita Cook.
Impedidos de ampliar nuestras descripciones por cuestiones de
espacio diremos que esa mañana la Señorita Cook, a la que todos llaman Señorita
pese a tener marido, estaba preparando una hermosa torta de cumpleaños para
Tinita.
Tinita, una de las pequeñas
golosas del pueblo le había pedido que para su cumpleaños decorase la
torta con una laguna y algunos patos. De
modo que, ni bien los bizcochuelos estuvieron fríos y rellenos con el dulce de
leche, la Señorita Cook pintó, sobre una superficie adecuada el agua que, con lengüetazos de espuma, acariciaba
la playa tapizada por guijarros.
Finalizada la pintura del
paisaje se dispuso a modelar en mazapán a la pata con sus crías.El caso
es que, fortuitamente, mientras modelaba
a la señora pata y a los siete patitos ,parece que unos patos silvestres se posaron en el cedro de su parque.
El hecho es que,algunos de los reporteados aseveran que, llegado el
día de lacelebración, ni bien comenzaron
a canturrear las melodías de la canción de cumpleaños, los patos de mazapan comenzaron a graznar mientras nadaban en el
estanque.
También cuentan los pueblerinos que, para un casamiento, le
encargaron una torta de tres pisos
decorada con pasta Wuilton.En ese instante se acercaron al ventanal dos
torcazas llevando ramitas para hacer su nido. Ello motivó a la señorita Cook
a modelar con mazapán dos palomas
besándose.¡Lo cierto es que los testigos aseveran que, cuando los novios invitaron
al brindis las susodichas palomas de mazapán comenzaron a juntar sus piquitos casi
como si fueran reales!
Sucesos como éste y otros, no menos extravagantes, hicieron que los habitantes de la villa
estuvieran familiarizados con las peculiaridades de cada torta y cada tarta.
¡Y alguno de nuestros colegas
asegura que ha visto con sus propios ojos una tarta de frutillas en la que
las frutillas bailaban y cantaban rap y otros reporteros aseveran haber visto alguna
tarta de arándanos en la que los arándanos los deleitaron con un espectáculo de
hip hop!
¡Y qué decir lo sorprendida que quedó aquella familia que compró la tarta de cerezas cuando las cerezas comenzaron a bailar algo parecido
al tap o zapateo americano!
II
El hecho es que, por la sucesión de acontecimientos como los
expuestos, todo parecía indicar
que tanto el Sr como la Sra. Cook,para
los vecinos Señorita, estaban en el esplendor de sus vidas y se sentían
profundamente realizados.
Asimismo, ,se hacía evidente que,
mientras la laboriosa Srta. Cook desplegaba su creatividad el Sr. Cook
iba y venía sumamente extenuado a sus
diferentes ocupaciones.
Para ser justos con el Sr Cook hemos de mencionar que, dueño de una
gestoría, siempre se ha destacado por su gentileza, amplia cultura
y caballerosidad al punto que ha
sido este perfil con el que ha sabido
ganarse la estima de la clientela propia y la de la Sra. Cook.
Obviamente, dichas características en lo que hace a su personalidad
le ha granjeado la confianza de la mayoría de los pobladores. Pero si
fisgoneásemos en aquel atardecer, vísperas del cumpleaños del Sr. Cook,
podríamos advertir que la Sra. Cook o Srta.-para el caso es lo mismo-
sin saber por qué, comenzó a añorar épocas compartidas en los primeros tiempos con
el Sr. Cook.
Lo cierto es que tanta añoranza hizo caer en la cuenta a la Srta.
Cook de la cantidad de horas que,
usualmente, el Sr Cook dedicaba a su
trabajo.También, todo parecía dejar entrever que la Srta. Cook había observado, casi sin darse cuenta, las
sonrisas con que su ayudante de cocina correspondía a las sonrisas del Sr.
Cook.
Esa imagen remitió a la Srta. Cook a otras circunstancias que
comenzaron a fluir, primero como un
manso arroyuelo, luego como un río
que necesitaba desagotar sus afluentes en el océano.
Y,sin saber por qué,rememoró las horas de trabajo extra invertidas
por el Sr. Cook y su secretaria, quienes más de una vez, apremiados por la
urgencia de resolver ciertas gestiones, trabajaban hasta altas horas de la
noche.
El hecho es que, mientras el atardecer se iba extinguiendo, sin
saber por qué, los recuerdos se sucedían vertiginosamente hasta que la Sra.
Cook advirtió que era hora de dejar atrás los fantasmas del pasado y finalizar
la torta de cumpleaños con la que quería agasajar al Sr. Cook.
De modo tal que, con gran esfuerzo, intentó vaciarse de sentimientos
tan negativos para comenzar el modelado en mazapán de un motivo oficinístico
(aunque aún no sabemos si existe tal palabra).
Sin embargo y pensándolo bien, le pareció de mal gusto modelar un
motivo asociado al trabajo para un día
festivo como el que se aproximaba. Por tal razón se obstinó en
representar algo asociado a la
recreación y, en esa cuestión, sin lugar a dudas la pesca había sido
siempre uno de los hobbies favoritos de su esposo. Y como quien lanza el
¡Eureka! deshizo el motivo oficinístico y recomenzó la tarea del modelado.
De tal modo, comenzó a diseñar un río verdeazulado, frondosa vegetación y, protegido por un traje
impermeable amarillo y altas botas negras, al señor Cook.
-Anclada en el pasado corro el riesgo de convertirme en estatua de
sal”- reflexionó la señora Cook.
-Todo tiene un para qué -Se dijo luego a sí misma-Debo ser
agradecida con el presente y pensar en el futuro -pensó mientras coloreaba la
escena.
Posteriormente, casi de modo inadvertido, fue modelando
numerosas truchas matizadas con
escamas multicolores y ojos saltones que la observaban despavoridas.
Pellizcó un poco la pasta de almendras para hacer las cabezas; otro
poco para destacar las aletas; un poquito más
para formar las colas y,
finalmente, con absoluta suavidad, las
fue incorporando al paisaje. Y, podría
decirse que, finalmente, comenzó a disponerlas sobre la hierba
bailoteando al ritmo de lo que semejaba
una trágica danza ritual.
Más allá, casi a la derecha del pescador, representó unas ramas
encendidas con una sartén humeante donde, con un poco de imaginación podríamos
decir que, casi se podía oír el crepitar del aceite hirviendo.
De hecho no faltó en invitado que comentara lleno de asombro que, al observar el adorno modelado por la Señora Cook - o Señorita, según deseemos llamarle- los sobresaltaba el realismo con que habían sido representadas las truchas que saltaban desesperadas en el vano intento de escapar a su inexorable destino.
De hecho no faltó en invitado que comentara lleno de asombro que, al observar el adorno modelado por la Señora Cook - o Señorita, según deseemos llamarle- los sobresaltaba el realismo con que habían sido representadas las truchas que saltaban desesperadas en el vano intento de escapar a su inexorable destino.