Canto IX
“Templo
de los Ecos”
Rugen los vientos salvajes
de una era dolorida.
¡Tinglado de tiempos idos
de una Amazonas sentida
corroída a daga y fuego!
¡Es el templo de los ecos!
¡Es lamento en carne viva!
¡Indios, Negros, Mestizaje!
¡En el pecho de la selva
las huellas aún sangrantes
delatan horror y flagelo!
¡En carrera enloquecida
el hombre asesina la vida!
Maria Cristina Avila
Canto X
“El andariego”
Se quedó sin rumbo
“El andariego”
Se quedó sin rumbo
y
solo el andariego.
Sus pies apenas rozan
la hierba en enero.
Inconmensurables se abren
senderos eternos.
Agónica caminata
iniciada hace siglos
de un alma que a tientas
ambiciosa intenta
alcanzar mil horizontes.
Perdido en el monte
de aves insomnes
que advierten peligros.
Apurado el paso,
cerrado el oído,
ciego a lo evidente
el andariego amigo
no percibe el eco,
el susurro, el himno
de las hojas, de la tierra
de la flor hablando al río.
Envuelto en sol o niebla
verá su cuerpo inerte
sin saber cómo y por qué
la estocada de la muerte
arribó silenciosa
antes que su suerte.
Sin barreras de espacio y tiempo
quizá pueda discernir
que siempre lo tuvo todo.
Que si desde su ambición de hombre
caminó entre piedras, arena y lodo
fue para obtener, a su modo,
bienes que empobrecieron la esencia
que Dios le regaló con su nombre.
Maria Cristina Avila
Canto XI
“Cementerio indio”
El sol despacio se hundía
“Cementerio indio”
El sol despacio se hundía
en horizonte lejano.
Y en la inmensidad del llano
cruzaban
nubes sombrías.
Un mensaje nos traían
tras el luto a descubierto.
Y ante el fatal desconcierto
se escucharon los lamentos:
“¡Soy sepulcro en extinción
“¡Soy sepulcro en extinción
de una raza que no ha muerto!”
Maria Cristina Avila